Para los que tengan algo de memoria, “Synchronicity” es un estupendo tema de “The Police”, y quiere decir sincronización, es decir, la cualidad y performance de dos o más sistemas de actuar juntos y en armonía, cada uno a su tiempo.
¿Qué tiene que ver esto con automoviles?, simple; uno de los cambios o mantenciones más cruciales para la salud de nuestro motor está intimamente relacionado con esto.
Para quienes no sepan nada de mecánica, el motor funciona en base a 4 eventos que suceden en su interior, ingresar mezcla, comprimirla, hacerla explotar y sacar gases al escape; todo esto entre dos elementos móviles aparentemente independiente entre ellos: pistones y válvulas.
El pistón sube y baja en forma constante, no deteniéndose en ningún momento y este movimiento debe ser coordinado, o sincronizado, con el abrir y cerrar de válvulas arriba de él, de tal manera que se abran cuando baje, y se cierren cuando suba.
El elemento que se encarga de realizar esta sincronización es conocido como correa/cadena de distribución. Si es correa o cadena depende exclusivamente de la fuerza que desarrolle el motor, si es para un vehículo de uso y desempeño urbano/personal generalmente se le asignará una correa; si es para vehículos de carga, trabajo o deportivos la cadena es el mejor candidato.
Dentro de las mantenciones programadas, la que incluye el cambio de correa es una de las más onerosas, y a la vez más importantes; esta es generalmente cercana a los 70/80.000 km. En caso de que nos movamos frecuentemente en entornos urbanos deberemos acortar este kilometraje en un 20%, ya que la correa está “funcionando” aunque el automóvil no se mueva (por ejemplo en tacos, semáforos, pasos de peatones, etc.
Un ejemplo: si el fabricante dice que hay que cambiar la correa cada 120.000 km, no es lo mismo recorrerlos en 6º a 2600 RPM por carretera a 120 km/h que recorrerlos en ciudad a lo largo de miles de arranca-para sin pasar de 4º en trayectos cortos. Conducir en condiciones exigentes como ciclos urbanos (por ejemplo taxistas, trayecto diario al trabajo, etc.) o en climas extremos (muy frío -10ºC, muy caluroso 30ºC, muy polvoriento, caminos de tierra, muy húmedos, etc.) son condiciones en las que al menos se debe revisar con el mismo 20% menos de kilometraje.
Cuando se hace distribución, no solo es este elemento el cambiado, si no que los rodamientos guía y tensor son compañeros inseparables que deben comenzar desde cero junto con ella. En muchos automóviles modernos la bomba de agua es arrastrada también por la correa de distribución, por lo que siempre es recomendable su reemplazo.
Las consecuencias de no cambiar esta correa, la que siempre debe ser sacada en perfectas condiciones, suelen ser nefastas. Si llega a producirse y la distribución se sale de punto, lo más probable es que destrocemos parte del motor, o todo en el peor de los casos, (las famosas “salidas de costilla” donde una o más bielas salen por un costado del block son producto de esto), al interferir el movimiento de las válvulas con el movimiento de los pistones. Si esto llega a pasar, o cuán grande sea el daño es una lotería y los costos para reparar serán dependiendo del tipo de motor y la suerte que tengamos.
Hablando de las calidades en correas de distribución, y como todo en la vida, están las normalitas y las Premium, o las corres CR y HNBR. La principal diferencia entre estos dos materiales es la resistencia a la tracción y la temperatura que pueden soportar, siendo aproximadamente de entre un 40 a 50% más la HNBR que la CR. Si consideramos que los motores modernos trabajan a Tº cercanas a los 100º y que las correas CR soportan hasta los 110º promedio, en contraste de los 150/160º de una HNBR la decisión no se torna difícil.
Continental a través de sus correas Contitech fabrica en su mayoría HNBR y no tiene líneas Premium, ya que todas sus versiones lo son.
Como ven, una inversión comparativamente pequeña y una acción responsable para con nuestro vehículo, puede evitar el quedarnos sin él, y vivir momentos realmente estresantes.