Es en momentos como este cuándo reafirmo la imperiosa necesidad de que profesiones, como la de piloto, tengan un amplio conocimiento de física, porque el accidente del nuevo proyecto MINI JCW Buggy tiene mucho que ver con fuerzas y palancas, si es que no todo.
El primer error fue enfrentar un bache como una rampa:
La distancia entre ejes (batalla) es mayor a la longitud de ascenso del bache, con esto logró, aumentado por la velocidad, que el primer eje comenzase su descenso antes de que el segundo comenzase su ascenso. Comienza la palanca.
Al ser un vehículo con motor trasero, el centro de masas se concentra en ese eje. Al ir en vuelo y con el frente en pleno descenso, este centro de masas se “lleva” al buggy hacia arriba por su eje trasero.
Las fuerzas son dispares, el eje delantero cae con menos fuerza que la que tiene el eje trasero subiendo, y tan importante como lo anterior, la dirección de las mismas se torna tangencial a sus ejes, propiciando un posible giro en torno a uno de ellos.
La tragedia se genera en el momento en que el eje delantero toca el suelo, su fuerza de descenso se torna a cero, al no desplazarse más por el eje vertical se transforma en punto de pivoteo, como el ángulo de caída superó los 45º con respecto a la horizontal, y la fuerza del centro de masas continúa con toda su energía cinética, la trayectoria de este eje sigue su curso.
Al parecer, y por los rastros que dejó la nube de polvo, en el momento de tocar tierra, y a modo de compensación por la caída, el piloto realizó frenado, lo que en vez de compensar el empuje del eje trasero, lo potenció, acelerando la palanca y obteniendo el resultado ya por todos sabido.
El accidente no hubiese ocurrido si el motor hubiese ido adelante, ya que el centro de masas estaría en el eje delantero y no sería posible la palanca; también la posibilidad habría sido baja si la velocidad fuese menor. De cualquier modo la lección de esto es que no se debe mirar a huevo la física, sobre todo si tu integridad depende de ello.