Quién no ha visto este espectáculo en las calles; pasa un auto con modificaciones, sobre tuneado, y una de las cosas que más nos quema la retina, es el ver las ruedas “a punto de salirse”, inclinadas exageradamente hacia adentro por arriba, y al borde de rosar con el perfil por abajo. “Esto de qué sirve?” Se pregunta uno con justa razón; “hasta donde llegaremos con lo ridículo?” es válido cuestionar.
Ese triste espectáculo tiene un no tan triste origen, se llama camber negativo o inclinación negativa del neumático, y es una de las tres opciones de caída que tiene.
El ángulo de inclinación o caída del neumático se utiliza para optimizar la superficie de contacto en función de las necesidades; así, con un camber neutro, con un ángulo de caída de 0 grados en reposo, las ruedas cuentan con una mayor superficie de contacto, por tanto con mayor tracción, pero no en todas las condiciones; habitualmente con esta configuración, sólo se consigue mantener esta mayor superficie de contacto en rectas. Entonces es en el mundo de la competición donde adquiere una gran relevancia, dado que su condición determina a fin de cuentas el comportamiento del vehículo. En curvas, con una conducción exigente como competición, un camber negativo proporciona un extra de superficie de contacto, por tanto una mejor tracción, de ahí que aquí sea la norma encontrarnos con un camber negativo, es decir, con la parte inferior de la rueda alejada del centro del vehículo.
Si bien modificaciones con una caída negativa leve pueden ser positivas, en Japón nació la moda de llevar hasta el extremo y bajo el término Oni Camber se ha dado lugar a una inclinación de neumáticos que roza incluso lo surrealista...
La pregunta es: se gana algo con llevar el camber negativo al extremo?
Respuesta sencilla; NADA, no existen beneficios o mejoras en el confort a la hora de conducir, lo único que se gana es notoriedad y no pasar desapercibido.
Darle una inclinación anormal a las ruedas implica un desgaste excesivo en ciertos puntos del neumático, y no se detiene ahí, pues implicará daños significativos en los sistemas de suspensión, dirección y transmisión; y que decir de la capacidad de frenado, la cual se ve severamente mermada, al disminuir la superficie de contacto del neumático en rectas.